jueves, 19 de agosto de 2010

Integración tarifaria Autobuses AMA-Tren Urbano

Por: Alexis Morales Fresse
ex Director Ejecutivo para el Transporte y ex-Presidente y Gerente General de la AMA


En su día se dio inicio la venta masiva de boletos (tarjetas) corporativos para el Sistema de Transportación Colectiva. Esta estrategia ofrece pases de uso ilimitado, con vigencia de varios meses, para corporaciones con y sin fines de lucro, por un precio reducido en preventa. Esos boletos -tarjetas prepagadas- convierten a esas entidades en socias del sistema de transportación colectiva al unirse al esfuerzo de aumentar la utilización del tren, los autobuses y, en un futuro, de las lanchas. Las entidades atienden sus problemas de estacionamiento, de costos de transportación de los empleados, estudiantes, miembros y otros que las componen, mientras el sistema de transportación recibe un flujo de efectivo sustancial para continuar mejorando el servicio. Se venden asientos en preventa y boletos para uso inmediato, que sumados los recaudos pueden logran cantidades sustanciales de ingresos, dependiendo de los esfuerzos de mercadeo directo y promoción masiva que se realicen y de la oferta propiamente. De igual forma, otras ofertas y tarifas especiales producen sus recaudos.
Esta lógica desde sus inicios debió estar acompañada por una justa distribución de los ingresos por concepto de la preventa y venta de boletos. Me explico, cada paquete de boletos y cada boleto individual vendido ofrece, por un lado, una oportunidad de uso ilimitado del sistema de transportación, y por otro, una oportunidad de viaje con transferencia, sea de los autobuses al tren o del tren a los autobuses. Mediante estos pases (tarjetas), como se puede apreciar, el usuario utiliza los autobuses y el tren tantas veces lo necesite en un mismo día, durante el periodo de vigencia, en el caso de los de "uso ilimitados", y con los otros tiene derecho a la cantidad de viajes con trasferencia que su balance disponible le permita acceder (tarifa por viaje). El recaudo por concepto de los pases de "uso ilimitado", incluyendo los prepagados de tarifas especiales como son los de estudiantes, personas con impedimentos y viejos no llegan a la Autoridad Metropolitana de Autobuses (AMA) con la fluidez requerida para una operación diaria o simplemente no llegan. Esto no ocurre por puro capricho de unos y otros, sino por el propio diseño de las relaciones entre las entidades involucradas.

El agente cobrador en este caso es la compañía privada que administra el tren y que también opera las maquinas de boletos. Es también quien realiza la preventa de boletos corporativos y aquellos de tarifas especiales. Es el vendedor exclusivo de los boletos.

La forma en que está estructurada la relación entre el operador del tren y la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT) facilita el que dicha compañía privada utilice el recaudo como su presupuesto de flujo de efectivo (cash flow). Esto le permite mitigar los retrasos, a veces de meses, en los pagos que debe hacer la ACT, para luego, de tiempo en tiempo, llegar a un neto entre los fondos que recauda y los que debe recibir. En esa ecuación se impacta severamente la AMA debido a que le resulta en extremo difícil acceder a los ingresos por concepto de la venta de esos boletos, aun cuando los usuarios del tren también utilizan los autobuses. La AMA se ve obliga entonces a reclamar a la ACT una justa compensación sin tener una base preacordada que atienda el asunto, o teniendo un preacuerdo que no considera la dinámica real existente. Muchas veces se ha basado el reclamo en informes de utilización del programado instalado en los equipos de recolección de los autobuses -programado en el que no se puede confiar, asunto en el que podemos abundar en otro momento-. El caso en cuestión es que no se trata de fundamentar el reclamo en la utilización sino más bien en la oportunidad que ofrece la venta. Es distribuir los ingresos de boletos que muchas veces no llegan utilizarse nunca, o no se utilizan las N oportunidades que el usuario tendría para hacerlo, junto a aquellos que sí se utilizan. En todos los casos se vende una oportunidad de usar los modos de transportación que incluye el boleto. Si esto no fuera cierto y sólo habláramos de distribuir por uso, qué hacemos con los boletos que la gente compra y nunca utiliza, o que no terminan de agotar el balance. ¿A quién le asignamos el ingreso de los boletos no utilizados? ¿Al tren por que fue el agente cobrador o a la AMA que también ofreció una oportunidad igual?

Cuando se incorporó el Tren Urbano éste no logró tener una jerarquía de planes que permitiera una implantación exitosa para interactuar efectivamente con los demás modos de transportación y conformar un sistema de transportación colectiva con una oferta de servicio completa y en evolución. Si lo miramos desde otro punto de vista, el tren generó un costo de oportunidad altísimo para un sistema de transportación (pre-existente) mediante autobuses, que necesitaba de una inyección de recursos cuantiosa para renovar su flota, incorporar nuevas rutas, dotar de las mejores tecnologías para monitoreo y mantenimiento preventivo y reactivo, junto con la implantación de las políticas públicas necesarias para viabilizar un transporte masivo exitoso. Es preciso imaginar cuánto se pudo haber logrado con $2.2 millones invertidos en un sistema de autobuses que incorporara a los demás modos existentes para entonces. De hecho, no hubiéramos necesitado tantos recursos.

Componentes tan importantes como el sistema de tarifas y el sistema de recolección de los modos no han logrado la articulación e integración que requiere un verdadero sistema de transportación.

Es necesario un mecanismo justo para la Distribución de Ingresos por concepto de Venta de Boletos en las máquinas expendedoras (TVMs, por sus siglas en Inglés), Venta de Boletos Prepagados (tarifas especiales, etc.) y Preventa Masiva de Paquetes Corporativos. Esa integración debe permitir que la AMA sea agente cobrador y que pueda tener máquinas para la venta de boletos en cada terminal, en las oficinas centrales y hasta por Internet. AMA debería poder moverse a no tener que manejar efectivo, o reducir su uso a un 10% o menos. Gran parte de los problemas de recaudos y de lograr contabilizar correctamente la utilización real del transporte colectivo se debe precisamente al sistema tarifario y de recolección de esa tarifa. Se necesita un mismo sistema para el tren y los autobuses y una justa distribución de los recaudos con garantías de un flujo de efectivo diario.

Los números de utilización y de recaudos de la AMA serían por mucho superiores tan sólo si se corrigen sus problemas de integración tarifaria. Ese componente del sistema es fundamental para la integración del servicio que deben ofrecer los modos.

domingo, 15 de agosto de 2010

Israel Matos y la Cultura del Automóvil en PR



El caso del Sr. Israel Matos es vivo ejemplo de cómo la cultura del uso intensivo del automóvil se ha impregnado en nuestro imaginario colectivo. Tanto así que no concebimos los asuntos de transportación como un problema. ¿Quién es Israel Matos y que tiene que ver una cosa con la otra? Veremos.

Hace aproximadamente un mes, en la edición del domingo, el Nuevo Día entrevistó al Sr. Israel Matos, Director del Servicio Nacional de Meteorología-San Juan. La mayor parte de la entrevista se dedicó a entender el porqué una persona que tiene un puesto de tanta importancia decide vivir tan lejos como en un barrio de Barranquitas (no recuerdo el barrio, pero si, Barranquitas!). Según el artículo el Sr. Israel Matos invierte una hora y cuarenta y cinco minutos (1:45) aproximadamente en desplazarse de su casa al trabajo. Sale a las cuatro (4:00 am) de la madrugada de su casa todos los días. Obviamente, esto implica que se tarda lo mismo, o quizás un poquito más de regreso a su casa. Estamos hablando de tres horas (3:00) o más en el carro diariamente.

El periodista aborda lo que es lógico: el tema de las complicaciones de tiempo cuando hay huracanes y tormentas ya que una de sus responsabilidades es asesorar al Gobernador, y estas no son situaciones que esperan por nadie, ni porque uno se tarde una hora y media de su casa al trabajo. Cuenta en el artículo que una vez, ya estando en su casa, lo llama la Gobernadora Sila M. Calderón para que se presentara en Fortaleza ya que había un huracán por venir. Indica la entrevista que la Gobernadora tuvo que esperar al otro día porque el Sr. Israel Matos ya estaba en su casa, lo que implicaba muchas cosas. Implicaría tres horas más de camino (1:30 para ir a Fortaleza y 1:30 para volver a su casa), sumado al tiempo de reunión, significa que llegaría a su casa a dormir unas pocas horas ya que tendría que trabajar al otro día. Quizás lo despiadado de la explicación es que tomamos como la normalidad lo que sucedió, cuando no debió haber ocurrido.

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué motiva al Sr. Israel Matos a insertarse en esta dinámica de movilidad que le ocupa tanto tiempo? Según el artículo su motivación reside en estar cerca del lugar en donde nació. Pero mucho más que eso, se debe a la evocación de un capital social y a una calidad de vida que no existe. Se hace referencia al imaginario del “buen campo” en donde si un vecino cortaba la grama, los demás lo ayudaban o si se mataba a lechón, se repartía entre los vecinos. El Sr. Israel Matos evoca a esto hablando del pasado en el artículo, porque es obvio que aún en las áreas rurales del país las cosas han cambiado.

El Sr. Israel Matos pudo haber simplificado su contestación. “Hago esto simplemente porque puedo. Porque tengo carro y hay carreteras para manejarlo”. Y nada más cierto. La contradicción es que el fomento de la cultura del carro lo que hace es desintegrar ese imaginario del “buen campo” por dos grandes razones. Me explico.

El carro nos confina y nos quita tiempo de calidad de vida

El caso del Sr. Israel Matos me llevó a analizar la data del Censo del 2000 sobre viaje al trabajo. Hagamos la siguiente matemática. Si un día tiene veinticuatro (24) horas, de las cuales pasamos ocho (8) horas durmiendo y ocho (8) horas trabajando, lo que implica es que NUESTRO DÍA en realidad consta de las ocho (8) horas que nos quedan. Cuando verificamos la data de viaje al trabajo descubrimos que el 51% de la población en edad de trabajar invierte una hora a una hora y media (1:00 – 1:30) en su automóvil (Nota abajo). Esto representa a estar confinado dentro de su automóvil un aproximado de 68 días luego de salir del trabajo y de dormir. Esto es invertir un 19% de nuestro tiempo real en transportarnos a nuestros lugares de interés. El caso se agrava para un restante 27% de la población, entre los que se encuentra nuestro caso (el Sr. Israel Matos) que invierten una hora y cincuenta minutos (1:50) a tres horas y media (3:30) en el carro. Esto implica invertir 41% de su tiempo real, del tiempo de calidad de vida, encerrado en el carro. Tiempo que pudo haber invertido compartiendo con otros, leyendo, o simplemente haciendo su propio blog. Son ciento cuarenta y ocho (148) días consecutivos de confinamiento en un carro.

En términos de calidad de vida, no sólo nos quita tiempo para nosotros y para los más queridos, sino que va creando una cultura de individualismo. Esto es una apreciación personal, obviamente, pero que mirando las estadísticas que presentamos anteriormente, y tomando en cuenta que la mayoría de las personas viajan solas, no me sorprende tanto la noción de que se vive sólo en el país. El carro nos desconecta de “los demás” y limita las capacidades colectivas. Teniendo tanto tiempo encerrados en nuestros carros, que tiempo tenemos para pensar el país y luchar por las cosas más simples.

El carro nos desnaturaliza

El Sr. Israel Matos no el único. El patrón de crecimiento urbano en nuestras ciudades responde mayormente al imaginario del “buen campo” al cual se hace referencia en el artículo. Lo cierto es que mientras más personas hagan realidad su contradictoria dinámica urbana del campo-ciudad menos tendrá del uno y del otro. Como tenemos carro, o modo de transportarnos dentro de esta dinámica, más personas continuarán el patrón de des-densificación, destruyendo los recursos naturales para asentamientos cada vez menos planificados. Asentamientos a los cuales hay que proveerles con infraestructura vial (carreteras) que son imposibles de mantener. Ese desmembramiento de la ciudad y del campo tiene implicaciones culturales también, es por eso que el Sr. Israel Matos habla de las bienaventuranzas del campo en tiempo pasado. Tanto es así que me atrevo a apostar que va al colmado (si es que no compra sus víveres en los grandes almacenes de descuento) en carro, y no a pie como se hacía antes.

Y todavía no hemos tocado el asunto de la contaminación, no sólo de los asentamientos (basura, aguas usadas, movimientos de tierra, etc) sino del propio uso del automóvil. La cantidad de gases contaminantes que crean los patrones de viaje, como los del Sr. Israel Matos, afectan al propio campo y naturaleza que se añora.

Como ven, este caso, esta historia, nos lleva a reflexionar más allá de los tiempos de viaje al trabajo, sino que nos lleva a pensar sobre las implicaciones en el sistema de transportación en el país y sobre el sistema urbano que lo sustenta. Por esta razón, para contribuir en ese asunto en específico, como métrica para establecer cuál es el tiempo razonable para ir de su casa al trabajo deberíamos usar este axioma simple: el tiempo de traslado debe durar menos de lo que nos tardamos almorzando o comiendo. Este sería un excelente punto de partida para diseñar la política urbana y sobre transporte, ya que obviamente lo que sea que han utilizado hasta ahora no ha funcionado.
NOTA: Para esto se utilizó la tabla QT-P23 Viaje al Trabajo con los siguientes asunciones para hacer los estimados. (1) A cada renglón de tiempo se le añadía la misma cantidad para contemplar el viaje de regreso a su casa. Por ejemplo, si un grupo de personas indicó que se tarda media hora (00:30), en realidad su tiempo de viaje es una hora (1:00). (2) A cada renglón se le añadió también un estimado de veinte minutos (00:20) para contemplar viajes misceláneos como ir al supermercado, llevar l@s hij@s a la escuela, etc. Por lo que en realidad si una persona, sumando los viajes de ida y de vuelta, tarda treinta minutos (1:00), en realidad su tiempo diario dentro del vehículo es de una hora y veinte minutos (1:20).

Noticia Falsa sobre el Tren Urbano

Es simplemente una irresponsabilidad la forma en cómo se permitió redactar el título del artículo sobre el Tren Urbano en la edición de endi.com. Lo que necesita este país es tener certeza de que los medios de transporte colectivo son confiables y seguros. Hay miles de maneras en cómo redactar una noticia y su título sin sonar amarillista, alarmista, y lo peor, falso.

No hubo ninguna explosión en el Tren Urbano en el día de hoy (8/15/2010). Lo que sucede hoy en el Tren Urbano es un simulacro, para que lo que expone el título del artículo (bomba-explosión) no le cueste la vida a los miles y miles de pasajeros que utilizan este medio. Todos los años se realizan en el Tren Urbano una serie de simulacros para que las agencias de respuesta rápida (Policía, Bomberos, Defensa Civil, etc) puedan responder efectivamente y salvaguardar la vida de los pasajeros.
Obviamente, no es el interés de la periodista informar, sino desinformar y hacer una noticia que no existe tergiversando lo que sucede. Escríbele a Leyra Gonzáles (lgonzalez@elnuevodia.com) y hazle saber la gravedad de su irresponsable escrito. Escríbele también a:

Maria E. Ferré Rangel (meferre@elnuevodia.com), CEO del Periódico
Antonio Luis Ferrer, Principal Oficial de Operaciones (alfra@gfrpr.com)
Luis Alberto Ferrer Rangel, Director de El Nuevo Día(laferre@elnuevodia.com)
Carlos Aldunate (caldunate@elnuevodía.com) Editor de Multimedios.

La transportación colectiva es un asunto de importancia para la dinámica urbana. Si dejamos que en los periódicos se difundan noticias de esta manera, seguirá el prejuicio contra el uso del transporte público. Esperamos que el periódico se redacte y pida excusas a los usuarios y a quienes laboran en el Tren Urbano.

domingo, 8 de agosto de 2010

Densidades: Un ejemplo simple

Uno de los primeros factores para el desarrollo de un sistema de transportación bajo el paradigma de la sustentabilidad es la densidad. ¿Pero que significa esto en términos urbanos? Simple.

La forma en cómo nos organizamos y distribuimos nuestras actividades sociales y económicas en el territorio determina nuestra capacidad de movilidad. En otras palabras, la manera en donde ubicamos nuestras escuelas, casas, centros de trabajo, etc, será determinante en la manera en cómo nos transportamos a nuestros destinos diarios. Esa manera de organizarnos fijará cuán eficiente podemos ser para trasladarnos de punto A a punto B y a los demás destinos en nuestras ciudades.

Tomen su tiempo para ver la figura de abajo (haz click en la foto para mayor resolusión) . Estas son dos fotos (gracias a Google Earth) de áreas en nuestra región metropolitana que tomamos como ejemplo. Para realizar este ejercicio se identificaron dos áreas de una milla cuadrada aproximadamente que compartieran características socioeconómicas similares, para dar un ejemplo de cómo ha sido el patrón de crecimiento de las ciudades puertorriqueñas en los últimos años. A partir de esta identificación se describirían las capacidades y limitantes de transportación. O sea, la capacidad de movimiento.


La densidad se determina en la capacidad de concentrar población de manera planificada en un área determinada. Como verán, en el mismo espacio urbano (una milla cuadrada), ambos ejemplo muestras poblaciones y números de vivienda diferentes. Uno con mayor densidad que otro. El ejemplo #2 desarrolla las viviendas y el comercio de manera más organizada y el primer ejemplo, digamos, más desparramada. El problema con esto es que el desarrollo urbano de nuestras ciudades, especialmente el de la región metropolitana ha tenido el patrón del ejemplo #1.

¿Qué problemas conlleva esto? Muchos, y lamentablemente problemas que pagamos todos directa o indirectamente. Veamos sólo algunos:

1. En el ejemplo #1, la compleja red vial, compuesta de carreteras y caminos vecinales, hacen que el mantenimiento de esta sea casi imposible. Esto primordialmente, como hemos abordado anteriormente a la poca planificación, la utilización de materiales de poca calidad para abaratar costos y la ubicación de carreteras en drenajes naturales de agua. En el ejemplo #2, la inversión de cada dólar en mantenimiento de carreteras beneficia a más personas.

2. La capacidad de conectividad para los ciudadanos que habitan el ejemplo #2 es mayor que los del ejemplo #1. El uso de la tierra es casi exclusivo para vivienda. Al no existir aceras, caminar es una actividad casi inexistente. Llegar a un colmado debe ser en automóvil, ya que las altas velocidades y el poco espacio, hacen las carreteras más peligrosas.

3. En el ejemplo #1 el transporte colectivo es inexistente y en los casos que hay es ineficiente. La poca densidad y las condiciones de la carretera harían sumamente costoso mantener una frecuencia de guaguas (u cualquier otro vehículo) en una ruta. Cuando hay algo parecido a una ruta de transporte, esperar las arbitrarias frecuencias en la orilla de las accidentadas carreteras hacen de esta actividad una muy peligrosa.

4. La dinámica de tránsito en el ejemplo #1 hace del manejo de emergencias un ejercicio caótico. Debido a que sólo hay una carretera que conecta a todos los demás caminos, en caso de un accidente se paraliza el flujo vehicular. Esto hace difícil el acceso de las ambulancias y de los bomberos en caso de emergencias. El tiempo de respuesta aumenta también ya que el flujo es más lento en la complicada red de caminos y callecitas vecinales.

El patrón de desarrollo de nuestras ciudades, y la capacidad de densificar, está primordialmente en los instrumentos de política pública, como los planes de uso de suelo, reglamentos etc. Lo que nos lleva a cuestionarnos es, sabiendo lo importante que es la densificación, porque hemos permitido y consentido el desparrame urbano actual. Más cuando, como hemos demostrado aquí, esto tiene una implicación directa en nuestra capacidad de movilidad.

Sobre este particular, especialmente en las implicaciones sociales que tiene nuestro sistema de transportación actual, hablaremos en el próximo artículo.

lunes, 2 de agosto de 2010

Reestructuración de Rutas AMA

El mes pasado inició la primera fase de reestructuración de rutas de la Autoridad Metropolitana de Autobuses con la promesa de acortar los tiempos de espera y de viajes en transporte público y aumentar la frecuencia de los autobuses. Esta primera fase impactará primordialmente al Municipio de Carolina.

¿Puede esta nueva reestructuración, una vez implantada en todas sus fases, resolver los problemas de movilidad en la Región Metropolitana? Esto sería una meta ambiciosa a largo plazo. Lo que habría que preguntarnos es si esta iniciativa por lo menos rescatará a los usuarios que ha estado perdiendo el autobús y que si esto representará un aumento significativo en los usuarios del tren. ¿Implicaría esto comenzar a hablar, en el vox populi y desde las instancias gubernamentales, de los usuarios “del sistema de transporte público”?

Lo cierto es que, haciendo un análisis del sistema urbano por donde transcurren las rutas de la AMA, pocas esperanzas hay en que esta iniciativa tenga resultados tangibles. No le quitamos el mérito a las eficiencias operacionales que pudiera tener esta primera fase y las que vendrán, que en todo caso se evaluará más adelante habiendo tenido un espacio de tiempo razonable en funcionamiento para evaluar la data de patrocinio. Para realmente impactar la transportación colectiva en la región metropolitana de San Juan es necesaria la implantación de una política urbana que considere los siguientes factores:

1. Plan de Usos de Terrenos que ayude a densificar (poblar) los núcleos urbanos y organice la actividad económica facilitando la conexión de lugares de vivienda, trabajo y actividades comerciales y sociales. En esto debe intervenir el nivel municipal de gobierno ya que los grandes pueblos de la región metropolitana son municipios autónomos como San Juan, Bayamón y Carolina. Esta es la base de un sistema de transporte ya que define los destinos y los organiza para que el movimiento de personas se realice de la manera más eficiente.


2. Carriles exclusivos para el transporte colectivo. Las avenidas principales y calles que conectan con núcleos comerciales y residenciales deben darle prioridad a los vehículos de transporte colectivo (autobuses, minibuses, etc) y no ponerlos a competir con el vehículo individual como sucede actualmente. La AMA siempre llegará tarde, primordialmente, porque tiene que pasar por las mimas carreteras que los miles de carros. Esto sin hablar que el impacto en mantenimiento que tienen las deterioradas calles (hoyos, grietas, zanjas, bultos, etc.) tiene un impacto mayor en un vehículo más pesado. Además el impacto multiplicador es devastador cuando hay que sacar una guagua averiada por averías causadas por las anomalías en la calle, muchas personas se quedan varadas.


3. Sistema de transporte multimodal que considere no sólo el vehículo (como el tren, autobús, etc.) sino también otros medios de transporte no-motorizados como la bicicleta. Tener una infraestructura de aceras, con árboles que den sombra, drenajes, y espaciosas son vitales. Este es otro problema del sistema de transporte colectivo en la región metropolitana y de los sistemas rurales como carros públicos. El simple hecho de no poder acceder caminando, uno de las actividades que nos caracteriza como seres evolucionados, a la parada de guagua o a la estación del tren, no sólo hace la espera irritante, sino también peligrosa. Uno de los próximos artículos se dedicará a documentar esas “paradas” en las que es simplemente absurdo que un ser humano llegue a ella de manera civilizada y segura.

Obviamente por multimodal también me refiero a que el sistema de transporte contemple el uso de varios medios de transporte. La AMA, o cualquier otro sistema municipal, puede intervenir en otros escenarios urbanos más eficientemente con vehículos más pequeños. Bien lo demuestra el caso de SITRAC en Carolina. Para esto el sistema de transporte no sólo debe considerar la multimodalidad en términos de infraestructura, sino también en términos organizacionales. Bien un sistema podría tener operadores diferentes que se especialicen en medios de transporte específicos, pero que estén integrados en una misma estructura de servicio y de coordinación de política pública.

4. Sistema tarifario integrado y económicamente justo. Se ha intentado que el usuario del sistema de transporte metropolitano use la tarjeta (tradicionalmente “la tarjetita del tren”). Esto es eficiente ya que permite integrar el costo de las tarifas por viajes en los diferentes modos permitiendo que usted use el tren y otro sistema (en nuestro caso la guagua) y también, he aquí lo más importante, facilita el control financiero de la operación. Otro de los elementos que deben considerarse en este renglón y que no es sino hasta en los últimos años que se ha implantado, es que el diseño del sistema tarifario compense al usuario frecuente, haciendo más atractivo y barato usar el transporte colectivo. Para esto, no solo hay que integrar la tecnología existente (máquinas, programados, etc) sino que hay que ubicar maquinas de estipendio de tarjetas también en los terminales de autobuses.

5. Por último, uno de los factores más importantes, es la educación. Además de los esfuerzos de traer más guaguas, hacer carriles exclusivos y expandir el servicio, es necesaria la creación de una cultura que nos vincule con el entorno urbano y con la forma en que nos transportamos. El uso intensivo del automóvil ha desnaturalizado nuestra vinculación con la ciudad y ese proceso hay que revertirlo, más que términos físicos, sino también en el imaginario colectivo. Para crear una cultura de transporte es necesaria que la información de hacia dónde se puede llegar en transporte colectivo esté hasta en las cajas de corn flakes. En esto falla la actual administración ya que, por ejemplo, una página dedicada a que la gente sepa de la AMA y sus rutas, no tiene un simple mapa del sistema. El que existe, luego de husmear en el internet un rato largo es el de las rutas viejas y está en un formato que simplemente no es entendible.

La educación sobre transporte debe estar acompañada por refuerzos de una ética urbana que fomente la eficiencia, evite el desperdicio y el derroche y fomente la integración social.

Falta mucho por caminar, y todavía no hemos hablado de la forma en que se financia el transporte público, factor en el cual hay innumerables oportunidades en Puerto Rico. La Reestructuración de Rutas actual será un comienzo que apoyaremos, pero que es necesario insumar aún más. No pongamos el peso de la responsabilidad en los administradores de la AMA actuales, ni en el gobierno. Esto es un esfuerzo que debemos apoyar todos con acciones simples. TOME LA GUAGUA. Moléstese por el servicio, ayude a otros a entender la que implica transporte “colectivo”, agradézcale al chofer el esfuerzo de llevar y traerlo de manera segura, impulse una transformación desde adentro. Sólo los usuarios pueden hacer eso. Si la población verdaderamente no exige estos cambios, tendremos más de lo mismo.

(El autor, Joaquin Serrano, fue Vicepresidente Ejecutivo de la Autoridad Metropolitana de Autobuses y Ayudante Especial del Director de la Alternativa de Transporte Integrado.)