lunes, 8 de agosto de 2011

Escuelas públicas y transportación

Por: Joaquín Serrano
El inicio de clases ha adelantado un tema que tenía en remojo desde hace tiempito ya. Los periódicos publicaron (y estoy seguro que fue la comidilla en la radio am) hoy la molestia que causaron en los maestros de la escuela pública los comentarios del Secretario de Educación sobre el hecho de que mantendría a sus hijos en una institución privada porque le interesa el "bienestar" de sus hijos. Es verdad que la libertad que nos cobija a cualquiera, inclusive al Secretario, le da el derecho a él de poner a sus hij@s en donde quiera. Pero estando el sistema educativo publico como está, deja mucho que decir el comentario desafortunado. Por lo menos, con todo el poder que asumo tiene, debió poner a esos niños (o adolecentes, no sé) en una de esas escuelas modelo o en las que sacaron mejor puntuación en las Pruebas Puertorriqueñas.

El asunto es sencillo. El sistema de educación no tendrá mejorías si los que toman las decisiones importantes no tienen a sus hijos en el sistema público. El interés de mejorar el sistema proviene de mucho más de cualquier preparación académica, sino de la vinculación que tenga el que toma de decisiones con el sistema que gobierna. Para ponerlo en más sencillo, es como ir a la casa del CEO de Pepsi y encontrar que tiene la nevera llena de CocaColas.

Los otros días un amigo chofer de la AMA me decía que el sistema de transporte público seguría igual de fastidiado porque ninguno de sus jefes necesita la AMA para llegar a su trabajo, ni para llegar a ninguna parte. Lo que concuerda con algo que llevaba rondando mi mente hace tiempito ya. El sistema de transporte colectivo no funciona mientras lo que toman las decisiones no tengan "capacidades técnicas". Por estas "capacidades técnicas" me refiero a algo mucho más importante que cualquier grado académico para administrar y operar cualquier sistema de transporte colectivo.

Esas "capacidades técnicas" a las que me refiero vienen de la vinculación con el sistema. Si un Secretario de Transportación y Obras Públicas -dítop- vive en las afueras de la ciudad (en una de las cientos de urbanizaciones cerradas que hemos heredado del desparrame urbano), sin duda no va legislar para el transporte colectivo, ni por las aceras, ni por las bicicletas. Va a trabajar por sus "intereses", por lo que lo vincula día a día.

Esta es la raíz del porqué los proyectos de transporte colectivo se desarrollan de manera desorganizada e improvisada. Por ejemplo, millones (muchos millones) invertidos en construir 17.52 kilómetros de rieles y 16 estaciones, y todavía, a 7 años de haberlo inaugurado, ni siquiera las estaciones de más tránsito como Roosevelt o Centro Médico cuentan con aceras seguras o contínuas. Esto es sólo un ejemplo, considerando que el mayor porciento de usuarios del sistema de trenes más caro en la historia moderna de PR y EU llegana a las estaciones a pie.

La solución es sencilla. Comencemos por requerir un simple requisito a quienes trabajen en transporte colectivo, o para quienes está sobre sus hombros las políticas públicas de transporte. Deben vivir a distancia caminable del sistema de transporte que los lleve a su lugar de trabajo. Sea guagua, tren, bicicleta o apiola. De esta manera se van moldeando los "intereses". Cuando ese Secretario, sus ayudantes y personal de confianza, tengan que lidiar con el absurdo de largas esperas, aceras llenas de agua y calurosas, carriles de la AMA con cráteres lunares, con conductores que no respetan señales y con carreteras inundadas, es que se va enderezando la cosa. Además de que van a fluir las ideas de como mejorar el sistema (porque creanme que vana fluir!) le saldría más barato al pueblo estas posiciones. En ves de darles automóviles y escoltas, bien podríamos darles tarjetas del Tren y AMA o una buena bicicleta.

Son decisones sencillas. No es que me hagan caso literalmente, pero por lo menos la idea general. Sólo es necesario voluntad política.

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