Por: Joaquín Serrano
Cuando utilizamos la palabra “descoñetamiento” nos referimos a un proceso acelerado de deterioro. Tan acelerado que parece no tener vuelta atrás a su estado de “orden” inicial. Pues ese es el estado de nuestra red de carreteras. Tan descoñetado está que en la comunidad Guarico en Corozal pudo sembrar una mata de plátano en uno de los hoyos de la carretera vecinal.
Ya hemos hablado sobre el asunto en otros
posts, pero siempre es bueno refrescar nuestros argumentos. La razón por la cual nuestras carreteras están en tan pésimas condiciones se debe primordialmente a lo desorganizado y caótico que es nuestro modelo de desarrollo urbano. Pongámoslo de esta manera, con un ejemplo concreto. Como una gran parte del país, incluyendo a los que hacen las leyes como el Representante Rivera Guerra, tienen una política clara de pedir perdón antes que pedir permiso para construir sus casas, van apareciendo comunidades y estructuras a las cuales hay que llevarles, además de agua y electricidad, obviamente carreteras. Para esto sólo es necesario que uno o dos familiares construyan, como en el caso del Representante en un lugar, y al cabo de dos o tres años, ya tenemos una comunidad, barriada o sector nuevo. Esto a su vez, genera una necesidad de infraestructura que alcaldes y legisladores están dispuestas a suplir inmediatamente, y más si es en periodo eleccionario y se tienen las palas políticas adecuadas.
Con esta historia sólo abarqué parte del problema, la de los ciudadanos particulares. A los factores que han ayudado a desorganizar o descoñetar el modelo de desarrollo hay que sumarle el impacto de los proyectos comerciales y de vivienda. Ante un Plan de Usos de Terrenos y un sistema de permisos que nunca han dado pie con bola, los desarrolladores han encontrado bonanza sirviéndose con la cuchara grande el espacio urbanizable y no urbanizable a cuestas de seguir construyendo ciudades dependientes al automóvil. A estos proyectos claaaaaaaaaaaro que hay que dotarlos de carreteras, más cuando es el dinero de los desarrolladores quienes están financiado las cada vez más costosas campañas políticas.
Así, de manera inmediatista y sin planificar, el país sigue construyendo una red vial cada vez más grande (56,353 kilómetros – datos del 2009 Dept. Transp. Federal) y más deteriorada. Además de construirse con materiales inferiores y con muy pocos estándares de calidad, las consideraciones de seguridad son casi nulas. Señalización inexistente, carriles que se estrechan y estorbos que impiden la visibilidad y el alumbrado que nunca funciona, son sólo alguna de los ejemplos de lo poco segura que son nuestras carreteras.
Siguen construyendo carreteras y siguen apareciendo hoyos. Siguen apareciendo hoyos, y cada vez es más el tiempo que tardan en repararlos. Si queremos ver en donde están la prioridades del gobierno, obviamente no nos fijamos en lo que dicen sus portavoces, porque se dicen muchas cosas y cualquiera puede inventar. Veamos lo que gasta para poder entender el deterioro de la red vial. En Puerto Rico el gobierno presupuestó $1,107,370,000.00 para transportación (este es el total de todos los presupuestos de las agencias encargadas de los diferentes sistemas de transporte en PR). Cuando analizamos la inversión en carreteras encontramos dos problemas fundamentales. Uno, que el presupuesto para transportación (para carreteras y para transporte colectivo) ha ido disminuyendo sostenidamente desde el 2008, y eso lo demuestran los porcientos que representa este renglón de transportación con respecto al Presupuesto Consolidado del Gobierno de Puerto Rico. El segundo problema es uno de falta de programación, prioridades y de planificación. Veamos.
De los $1,107,370,000.00, sacamos las partidas de administración (o sea, para pagar salarios y beneficios a empleados – partida que aumenta todos los años), y analizamos el presupuesto por áreas programáticas. Encontramos que la partida para el mantenimiento y construcción de carreteras es de $474,280,000.00 millones. Con esa cantidad de dinero para arreglar carreteras, la comunidad de Guarico en Corozal, no tendría que sembrar una mata de plátano en uno de los hoyos en su carretera vecinal, para protestar por el pobre mantenimiento. Esto es una cantidad sustancial que daría para, como mínimo, comprar pintura termoplástica, repavimentar adecuadamente, corregir dimensiones, y hasta para desyerbar en los alrededores. En otras palabras, si las carreteras están deterioradas es en parte a que no sabemos “repartir el bacalao” a lo que ya está construido. Hablando del Representante Rivera Guerra, estoy seguro que con el dinero bien repartido y planificado, la carretera en donde tuvo el accidente hubiese estado en condiciones aptas para montar bicicleta y no hubiese tenido que enfrentar tan grave accidente.
La solución no es parar el desarrollo comercial ni el de vivienda (particulares ni en urbanizaciones). La clave está en proveer los mecanismos y herramientas para que el desarrollo valle a la par con las dotaciones de infraestructura que necesitamos. Por ejemplo, un Plan de Usos de Suelo y un sistema de permisos. Un sistema de tasación y valorización de las propiedades que permita, no sólo un desarrollo urbano planificado, sino que también estimule el crecimiento económico. Esto hay que verlo, no sólo desde el punto de vista de las herramientas de planificación del territorio, sino desde el punto de vista del financiamiento de la infraestructura. Con los sistemas que mencionamos en el estado anacrónico en el que se encuentran, es obvio que no sólo el Representante Rivera Guerra, familiares y vecinos van a saquear el erario público, sino que todo el mundo lo hará también. Tener estos sistemas y administrarlos de manera eficiente garantiza que cada desarrollo tenga las dotaciones de agua, luz, carreteras y comunicaciones apropiadas.
El descoñetamiento del sistema de carreteras en Puerto Rico no se puede detener. Para solucionar el problema es necesario superar primero los problemas fundamentales, y luego concentrarnos en los medios para lograrlo. Para solucionar los problemas fundamentales hay que proponernos otro modelo de país que el sistema actual no está dispuesto a construir.